El reino de las emociones
La ilusión; término pobre para tan macabro concepto,
por su causa la ficción puede generar lo irreal. La percepción no es más que un
dimorfismo recurrente entre nuestro consciente y el entorno.
La humanidad ha tornado su voluntad desde hace
centurias al sentir, el vivir se ha confundido con buscar alteraciones emocionales
durante el perecedero paso en este planeta. Luego de guerras por la emoción del
poder, finalmente las masas tienen al alcance de sus sentidos e ideas todos los
recursos para sentir, pudiendo así sufrir, odiar, sorprenderse, amar, cualesquier
emoción primaria o compleja en un parpadeo. ¿En qué se diferenciaría entonces
la persona de un animal, si en ambos la energía y su voluntad se centran únicamente
en dotarse de aquella necesidad?.
La moralidad y la ética, reglas básicas de propósito tan
leve, no han ejercido su fin, ergo, este ser “complejo” solo ha usado todo su
potencial para volverse un animal, pero con la habilidad de traer emociones
cerca de su habitad sin peligros reales, todo solamente ficticio. Parques de
diversiones, películas de ficción, métodos de emociones extremas, deportes
transmitidos en un cuadrado, el desmedido marketing del sexo, los lugares para
flirtear, químicos para sentir (unos permitidos, otros no), todos han sido
creados para la emoción del ser. Si la ironía requiere una máxima, esa sería la
historia misma de la humanidad.
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